Otro personaje mítico de la época que no podía faltar en la NES. Con toda la esencia propia de los planteamientos arcade, mezcló el tempo más pausado de los títulos “yo contra el barrio” con el ritmo más alocado de los típicos juegos corre y dispara. Esto, añadido a una magnifica ambientación, hace posible obtener un brillante resultado que hace honor a los filmes dedicados a Robo. Nos sumergimos en ese Detroit distópico que producía cierto desasosiego (por no decir congoja) en el que contaremos con menos amigos de los que tiene el cuñado de Rocky añadiendo, además, que tendremos que enfrentarnos a una horda de degenerados que apuestan por la querencia hacia lo ajeno y por el crimen como afición.
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