Estamos ante uno de los juegos más adictivos de la historia, uno de los clásicos que representan una época y un género que hacía bueno el concepto de que las buenas ideas no suelen necesitar de gran ornamentación. Quién no recuerda ese bloque de fichas presto a ser demolido gracias a los impulsos que daríamos con nuestra nave a la pelotita que rebotaba incesantemente por toda la pantalla, aquellos bonus cayendo para potenciar nuestro empeño o en definitiva aquel maratón de siluetas que nos encontrábamos en infinitas pantallas de mayor dificultad según íbamos avanzando. Resulta curioso comprobar cómo algo que en principio se puede considerar como básico siga siendo a día de hoy una vanguardia que no admite más evolución.
No hay comentarios:
Publicar un comentario